El Metro de Los Alcarrizos: promesa de progreso, realidad de sobrecostos y fallas
El Metro de Los Alcarrizos, extensión de la Línea 2C del sistema de transporte masivo de Santo Domingo, fue presentado como la solución definitiva para integrar a uno de los municipios más populosos y marginados del Gran Santo Domingo con el centro de la ciudad. Con una inversión estimada en más de 500 millones de dólares, financiada en parte por el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), la obra se ha convertido en uno de los proyectos de infraestructura más costosos de los últimos años. Su objetivo principal es descongestionar la Autopista Duarte y facilitar el traslado de más de 400,000 personas que diariamente sufren largas horas en el tránsito.
No obstante, el Metro de Los Alcarrizos ha quedado marcado por denuncias que cuestionan tanto la calidad de la construcción como la transparencia en el manejo de los fondos. En 2025 diversos medios y periodistas de investigación difundieron imágenes preocupantes: columnas con concreto desmoronado, varillas expuestas y corrosión visible en partes del viaducto. Estos hallazgos despertaron inquietud sobre la seguridad de la infraestructura, pues se trata de un sistema elevado por donde transitarán trenes con miles de pasajeros a diario.
La Oficina para el Reordenamiento del Transporte (OPRET) reaccionó asegurando que no se trata de fallas estructurales, sino de problemas superficiales ya corregidos. Sin embargo, ingenieros independientes han advertido que la presencia de varillas oxidadas en una obra recién concluida apunta a deficiencias en los materiales, fallas en la supervisión o incluso en la velocidad de ejecución, lo que comprometería la durabilidad de la línea. Las imágenes de desprendimientos de concreto en pilares de soporte han alimentado la desconfianza pública, que exige estudios técnicos externos y transparentes.
El aspecto financiero también ha generado controversia. Aunque el gobierno insiste en que se trata de una inversión estratégica, las auditorías de la Cámara de Cuentas sobre fases anteriores del Metro ya habían detectado irregularidades millonarias. En expropiaciones realizadas para la extensión se han denunciado pagos inflados que superan los valores reales de mercado, mientras que comunidades afectadas aseguran que no todos los desplazados han recibido compensaciones justas. Estas prácticas, sumadas a la falta de publicación detallada de los contratos y adendas, alimentan las sospechas de sobrevaluaciones y corrupción.
El costo para los contribuyentes es significativo. A los más de 30,000 millones de pesos ya invertidos en la línea se suman gastos cuestionados en expropiaciones que sobrepasan los 600 millones de pesos y un déficit operativo del sistema que ronda los 2,600 millones anuales. Si se suman las posibles ineficiencias y sobrecostos, la factura de la corrupción y la mala gestión vinculada al Metro de Los Alcarrizos podría situarse en miles de millones adicionales, lo que representa hospitales, escuelas y servicios que el Estado deja de ofrecer para sostener una obra cuya transparencia no está garantizada.
El Metro de Los Alcarrizos es, sin duda, una infraestructura clave para mejorar la movilidad en Santo Domingo. Sin embargo, la combinación de denuncias de fallas constructivas y la sombra de corrupción amenaza con empañar un proyecto que debería ser motivo de orgullo nacional. Para restituir la confianza ciudadana se requieren peritajes independientes, publicación de todos los contratos y un compromiso firme de rendición de cuentas. De lo contrario, lo que fue pensado como una obra transformadora quedará marcado como otro ejemplo del costo de la corrupción para los dominicanos.










